![]() |
| Ana Murillo |
Así es... como puede ver yo fui marcada.
![]() |
| Joaquín Soto |
Pero, pero ¿eso quiere decir que usted cometió un crimen grave?
Lamentablemente así fue -dice Ana notablemente triste- déjeme contarle para que saque sus propias conclusiones.
Espere un momento -dice Joaquín- ya regreso, entonces salí de la sala e inmediatamente alerte a la seguridad para que estuvieran mas pendientes, también llame para que cancelaran la prótesis que tenia programada para ella y regrese a la sala. Ahora si Ana, cuénteme como fue -dice Joaquín-
Bueno... -comienza Ana- debo contarle que yo fui una de las primeras marcadas, para ser exactos fui la segunda, para ese entonces Gerardo y don Víctor no hacían un seguimiento estricto de los criminales -Ana comienza a llorar y después de una pausa- mi madre... lo siento esto me trae tristes recuerdos, mi madre siempre se perdía por las noches y nunca me dejaba acompañarla, siempre que le preguntaba me contestaba cortante y con pocos detalles sobre lo que hacia, pero yo pude haberlo deducido por las cosas que traía a la casa, tuvimos varias comodidades que muchos no tenían, pero supongo que no quise ver lo que tenia frente a mi... -Ana vuelve a hacer una pausa llorando- si hay algo que recuerdo que me decía mi madre era que sin importar lo que me pasara, me repetía que nunca me tomara la esfera negra.
También recuerdo -dice Ana- que algunas veces robábamos cosas en casas de desconocidos para luego devolverlas sin que nos vieran, me imagino que de alguna manera me estaba entrenando o me estaba tratando de decir lo que hacia pero yo lo tomaba como un juego y pensaba que en las noches se veía con algún hombre y que el le regalaba cosas, Una tarde, -continua Ana- estaba en la habitación y mi madre se me acercó y me dijo ¿querés saber lo que hago por las noches? y claro que le conteste que si y después de hacerme prometer que no le dijera a nadie me dijo que tendría que inyectarme, ahora sabemos que eran los nano inhibidores pero en ese entonces yo no lo sabia, acepté con un poco de miedo pero como era mi madre no me preocupé demasiado, salimos y yo estaba emocionada, esa noche era diferente.
Llegamos a una terraza para ver al fondo una bodega -cuenta Ana- habían dos vigilantes, uno se fue a dar una vuelta y el otro se quedó, entonces mi madre me dice que trate de distraerlo, a mi se me ocurre agarrarle los guantes que había dejado sobre una caja de madera, que se había quitado para cenar, entonces no le quedaba otra que perseguirme, como ya tenia experiencia en corrida libre y por eso logré dejarlo atrás y atrapado en un callejón de donde le costaría salir, -Ana respira y hace una pausa- cuando regreso a la bodega... veo a mi madre sin la mascara apuñalando al otro vigilante que de seguro había regresado y encontrado a mi madre con las manos en la masa... no podía creer lo que estaba viendo, sabia que no eramos unas santas pero nunca me imagine que mi madre fuera capaz de hacer eso, entonces llegaron dos tipos a llevarse varias cajas de la bodega y mi madre llevaba otras, se volvió a poner el casco pero note por su vos entrecortada que estaba llorando y me dijo que tenia que ir a dejar el cargamento, que nos veríamos después.
¿Entonces me dice que no fue usted quien lo mato? -dice Joaquín un poco escéptico- ¿y no hay vídeos que lo prueben?
Yo se que no fui yo -dice Ana- pero estoy consiente de que fui cómplice, total que me quede perpleja tratando de asimilar lo sucedido junto al hombre muerto tirado en el suelo y justo antes de irme veo a alguien que llega corriendo, era Gerardo, quien al ver la escena rápidamente me inmoviliza y me pregunta si yo lo había matado, como no podía decirle que fue mi madre le dije que había sido yo y procedió a marcarme las dos manos, fue rápido y doloroso, y Gerardo solo me dijo: ahora con esto tendrás que abandonar nuestra ciudad.
Nunca había oído hablar de Gerardo -dice Ana- y no entendía lo que me había hecho, después el se fue y yo también me fui de ahí corriendo, todo mi mundo se había quebrado... -llorando Ana- mi madre no aparecía, después de eso, pase dos semanas errante comiendo muy poco en los basureros y casi no podía dormir, honestamente me había rendido y pensé en tomarme la esfera negra, pero recordaba lo que me decía mi madre y desistía, para ese entonces nadie asociaba las marcas en las manos como para delincuentes pero igual me miraban raro, empece a notar que la realidad aumentada empezaba a fallar, hasta que un día yo ya no tenia nada de energía, no me podía mover, comencé a ver que todo a mi alrededor se nublaba pero logré distinguir una sombra de alguien frente a mi y perdí el conocimiento.
Luego -continua Ana mas relajada- desperté y estaba acostada y amarrada a la cama en una habitación desconocida, parecía un laboratorio, dos hombres enmascarados me voltearon a ver en cuanto desperté, resulto que Gerardo me había encontrado, me reconoció y me llevo donde don Víctor, porque estuve a punto de morir, si no me hubieran encontrado y alimentado ese hubiera sido mi fin, ahí fue cuando los conocí y les tuve que contar toda la verdad sobre mi madre, ellos me explicaron que andaban en las calles buscando a unos criminales, tardaron bastante en confiar en mi y al pasar los días notaba que iban convenciéndose de que podrían desmantelar la mafia que habían descubierto, sabían que mi madre tenia que saber algo de Rapaz, de como encontrarlo y por otro lado yo me di cuenta de que esa podría ser mi manera de redimir mis malas acciones, ayudándolos, pero, resultó que lo que mi madre había robado eran componentes para la fabricación de esferas azules, es decir medicinales, lo que luego causo escasez de este vital elemento en un amplio sector de la ciudad, varias personas entraron en estado de gravedad y 2 personas mas murieron, todo eso me abrumó aun mas, por lo que siempre me culparé por ese incidente y siento que por mucho que haya hecho no a sido suficiente para enmendar mi error -Ana con una mirada perdida y desesperanzada- también decidí encontrar a mi madre para enfrentarla y que me dijera porque me había arrastrado a ese destino y también sabia que ella no se iría de la ciudad.
Otro detalle -continua Ana-, que no le he explicado es que mis nano implantes se averiaron cuando casi me muero y encima con las manos marcadas ya no podía hacer ninguna transacción, entonces eso me aisló totalmente porque para la ciudad de Bivalvia yo ya no existía, en el día vivía encerrada, solo por la noche era libre, y Al fin, después de mucho tiempo viviendo con ellos, lograron confiar en mi y me aceptaron en el grupo, ademas, conmigo descubrieron la importancia de recopilar toda las pruebas tangibles de un criminal antes de marcarlo, por eso después de eso seguimos meticulosamente a cada individuo hasta comprobar su culpabilidad y como símbolo me asignaron ser la portadora oficial del aparato cauterizador con el que marcamos al criminal.
PÁGINA 011






No hay comentarios.:
Publicar un comentario